Ayer teníamos dos estrenos en tv, Homeland en Cuatro y el talent show Masterchef en Tve. A priori la decisión era complicada, pero como yo ya he visto las dos temporadas de Homeland, me decanté por el reality. Además, como tenía el aliciente de ser la versión de un formato de éxito importado de EEUU, decidí darle una oportunidad.
Lo primero que tengo que decir es que Risto Mejide sólo hay uno, le pese a quien le pese. Estoy harta de ver cómo en todos los jurados de los talent shows españoles siempre tratan de meternos al típico jurado malo. Lo siento pero eso de poli bueno poli malo ya está obsoleto. ¡Basta!. Encima si el que hace de Risto usa la técnica de poner caretos de estreñido y los otros dos miembros del jurado son como dos loros recitando el guión que tienen aprendido, intentando a la vez ponerse serios mientras se nota que se están aguantando la risa, lo único que consiguen es una copia barata de, por ejemplo el jurado de Tú sí que vales. No mola.
Por otro lado, asistimos a ese momento propagandístico de las fuerzas armadas españolas. Cómo se nota que el reality es en TVE, la televisión de todos, y cómo se nota que no hacen publicidad, ¡qué va! sólo les faltó un faldón que dijera: “Alístate, te necesitamos” ( y además hacemos cosas guays como conducir tanques y asaltar casas vacías). En fin, momento propaganda a un lado estuvo muy bien eso de, nada más llegar, hacer que los concursantes preparasen un zafarrancho para 150 super militares, y ver cómo pensaban el menú, «risotto de calabaza», “crujientes de no se que…” ¡claro! los pobres concursantes querían demostrar sus habilidades culinarias y no se pararon a pensar que los buenos de los militares de la Base General Menacho de Bótoa (Badajoz), a lo mejor, lo único que iban a evaluar era si la comida saciaba o no su apetito. En fin, nunca lo sabremos. El caso es que al final votar, votaron, hubo un equipo que perdió y sus componentes se jugaron la expulsión con una prueba que consistió en cocinar un rodaballo al gusto de cada uno.
Al final uno se fue, lógico. Suele ser la tónica habitual de los realitys. Pero hay una cosa que tiene este talent show que no tienen los demás, y es que desde casa no podemos evaluar más que la presentación en el plato ya que, por desgracia, no podemos probar. Una pena, porque lo cierto es que viendo el programa se te hace la boca agua y no podemos criticar tanto como nos gustaría.
De momento Masterchef no me aporta gran cosa, intentaron tocar un poquito la parte sensible y llegar al corazón con algún momento de los castings, pero se quedo en agua de borrajas. Lo mejor del programa es, sin duda, el premio que se va a llevar el ganador, 100.000 euros, la publicación de un libro con sus recetas y una beca para estudiar en la mejor escuela de cocina de España, Le Cordon Bleu.
Masterchef no tuvo demasiada audiencia en su estreno y además perdió contra Homeland. Vamos, que, o dan un poco de caña o este reality va a acabar casi antes de empezar.